Uno de los paquetes de software de síntesis y simulación que se emplea en la asignatura es el Quartus II de Altera. Mi profesor tiene en su página web algunos recursos enfocados a la clase, pero como la URL de su página es difícil de memorizar, para acceder a la página nos recomendó que buscásemos su nombre en Google y el primer resultado apuntaría a la página.
Después de obtener los recursos que me interesaban de la página del profesor, decidí buscarme a mí mismo en Google, para ver "mis pasos". Entre lo que encontré fue un reply que hice en el foro de ubuntu.es en respuesta a un topic en el cual un usuario (quizás al día de hoy, exusuario) de Ubuntu despotricaba contra el sistema operativo, haciendo evidentes una serie de defectos y errores en su computadora derivados del uso de Ubuntu.
Mi reply no fue ni popular ni impopular, simplemente fue ignorada y se perdió entre todas las respuestas que llenaron el topic. Sin embargo, me gustaría rescatarla y ponerla en el blog.
Es una cuestión de actitud...
Realmente me sentí identificado con el post.
Recuedo hace varios ayeres, cuando traté de iniciarme en el mundo Linux con un LiveCD que gentilmente un compañero de la escuela me regaló. Traté de probar el SO que contenía (justamente Ubuntu), pues en la cubierta (era de los CDs que te llegan por correo) decía que podía probarlo sin compromiso... lo puse, vi la splash screen de Ubuntu y... ¡no paso nada!!!
En mi PC todo estaba bien configurado (BIOS, hardware, etc). Resulto que mi tarjeta de video ATI y el video integrado Intel (que no hay forma de desactivar ni por BIOS, ni jumper, ni soldadura...) causaban un conflicto y Ubuntu (ni cualquier Linux o Free BSD) no podía mostrar el entorno gráfico.
Paso el tiempo, cambie de PC y volví a darme la oportunidad de probar Linux, ahora en forma de Kubuntu. En esa ocasión no tuve problemas con el entorno gráfico, la instalación fue satisfactoria. Trabajé dos felices días con él, hasta que el tercer día configuré el Kopete para charlar con mis amigos, apagué la PC y al volverla encender... dejó de mostrar el entorno gráfico.
Hasta acá, creo que lo más sensato era abandonar la idea de usar Linux y hacerle caso a la calcomanía que orgullosamente ostenta mi PC "Designed for Windows XP" n_n. Pero, la verdad... creo que mi estado natural es la locura, así que volví a hacer la prueba con Linux... ahora con Mint. Ahora ya llevo bastante tiempo en Linux Mint, todo funciona como me conviene (claro, documentación de por medio) y si bien he tenido algunos problemas (como todo el mundo), el resolverlos ha sido gratificante (he aprendido mucho) y enriquecedor (gracias al apoyo de usuarios de los foros como éste).
La computadora debe trabajar para el usuario, no al revés, estoy de acuerdo con este planteamiento. Sin embargo, usar la computadora también requiere de compromiso, pues ella responderá de la forma en que el usuario la ha programado. La única crítica, es que uno no puede afirmar que tenga conocimientos de informática superiores a los de la mayoría de la gente... eso es pura soberbia.
Linux es perfectible, avanza y crece gracias a los usuarios. Se debe tener una actitud positiva y emprendedora, sobre todo cuando aun hay tanto por hacer.
Cuando empecé a utilizar Linux de forma cotidiana (como regla autoimpuesta), me entró un poco la fiebre "evangelizadora" y traté de mostrarles lo bueno que era el sistema a mis compañeros de la escuela más cercanos. Sin embargo, al primer "detalle", todos decidieron abandonar el barco de Ubuntu. Eso no me defraudó ni me frustró, me causo pena (en este caso, pena ajena).
A partir de ese momento decidí no hacer difusión por cuenta propia de Linux, no por egoísta ni por frustración. Comprendí que cuando la gente quiere algo, lo busca y lucha por ello hasta que lo consigue. Pero cuando la gente obtiene cosas que no busca, muchas veces las descarta o desprecia. Cuando eso ocurre, se desperdician oportunidades... y cuando se desperdician oportunidades se cosecha el fracaso.
Actitud positiva y emprendedora abre puertas. Actitud pesimista y retrógrada... quizás no cierre puertas, pero evita que se abran.